Toyota asegura que su nueva batería de estado sólido tiene una autonomía de 1.200 kilómetros y un tiempo de recarga de sólo diez minutos. Si realmente es así, representaría una auténtica revolución para el sector. Según la marca japonesa, es un «avance tecnológico que resuelve los problemas de durabilidad» de los vehículos eléctricos.
El anuncio ha pillado a muchos por sorpresa: hasta hace poco, la política de Toyota era la de seguir fabricando coches de gasolina e híbridos, apostando por un futuro dominado por los motores de hidrógeno. La compañía automovilística más grande del mundo sólo ha anunciado su intención de introducir vehículos 100% de baterías en los últimos meses, tras el relevo de su anterior directiva.
Toyota dice que quiere reducir a la mitad el tamaño, coste y peso de las baterías de los vehículos eléctricos con su nueva tecnología. Keiji Kaita —presidente del centro de investigación y desarrollo de la firma— aseguró al Financial Times que la empresa tiene ahora la suficiente confianza como para asegurar su producción industrial para sus vehículos eléctricos en 2027 o 2028.
Si realmente cumple esa promesa, será una reconversión nunca vista en la industria. La marca se unió a Panasonic en 2020 para crear una empresa de baterías de iones de litio llamada Prime Planet Energy & Solutions. Hiroaki Koda, su presidente y antiguo ejecutivo de Toyota, afirmaba recientemente que “falta mucho para que las baterías de estado sólido se conviertan en un factor de cambio” dentro del sector.
Más baratas y simples
Toyota afirma que su nueva técnica simplifica el proceso de producción de los materiales necesarios, lo que en teoría reduciría el precio final de estos artilugios. “El coste de las baterías de estado sólido podría reducirse a niveles similares o más baratos que las líquidas”, afirma Kaita. “Nuestro objetivo es cambiar drásticamente ua situación en la que las baterías actuales son demasiado grandes, pesadas y caras».
Las baterías de electrolito sólido tienen mayor densidad energética, lo que permite aumentar la autonomía del coche hasta tres veces en comparación con las actuales. Estas pilas pueden cargarse más rápido y son más seguras porque no pueden incendiarse ni explotar como las normales. Los expertos automovilísticos consideran que es la tecnología más prometedora para resolver los problemas de autonomía, tiempo de carga y seguridad que los vehículos eléctricos sufren en la actualidad.
Aunque el anuncio de Toyota es un avance significativo, su comercialización a escala mundial es un gran reto. La empresa afirma que cuenta ya con más de mil patentes sobre baterías de estado sólido, lo que la convierte en el mayor desarrollador del sector. Pero estas baterías deben todavía abaratarse mucho más, algo que sólo sucederá si logran automatizar procesos de producción y fabricarlas en masa.
Nuevos avances, mismos problemas
Actualmente existen tres tipos principales de baterías de estado sólido en desarrollo. Primero, las que tienen electrolitos sólidos a base de sulfuro. Son prometedoras, pero menos seguras porque liberan H2S, un gas venenoso e inflamable. Luego están las baterías con electrolitos basados en óxidos, que son más estables químicamente pero su producción a gran escala es complicada debido a las altas temperaturas requeridas y su estructura en láminas apiladas. Finalmente, las baterías con electrolitos sólidos de polímeros son más fáciles de fabricar pero tienen una menor densidad energética en comparación con las otras dos clases.
Aún así, aunque otras baterías de estado sólido consigan mejorar sus métodos de producción, tendrán los mismos problemas que las actuales a no ser que encuentren una alternativa al litio. Según Hannah Ritchie, científica de la Universidad de Oxford, la economía electrificada necesitará probablemente entre 250.000 y 450.000 toneladas de litio en 2030. Para tener una idea clara del desafío que significa esta cantidad, el mundo sólo produjo 130.000 toneladas de litio en 2021.
El mayor reto en la revolución de los vehículos eléctricos está ahora en cómo extraer los recursos limitados de nuestro planeta sin destrozarlo ni ocasionar un desastre social, como explicamos en nuestro documental Viaje a ninguna parte (sobre estas líneas). Esto pasa obligatoriamente por el desarrollo de nuevas técnicas que dejen de depender de estos materiales. Adicionalmente, se necesita una política de reciclaje del litio pero también del parque automovilístico actual. Aunque los coches eléctricos reduzcan la producción de CO2 durante su conducción comparado con uno de baterías, su coste de CO2 y otros contaminantes durante su fabricación es brutal, mayor que la de un coche de combustión. Se necesitan nuevas tecnologías para reconvertir los coches actuales en coches eléctricos, a ser posible con baterías sólidas que no usen litio o condensadores. Una medida racional que choca frontalmente con el consumismo imperante y el afán mercantil de la industria del automovil.