¿Podría el personal docente ser sustituido por Inteligencia Artificial?

“Se insta a los países a establecer sus propias condiciones para el diseño y el uso de la tecnología en la educación, de modo que nunca sustituya a la enseñanza presencial y dirigida por docentes”. Éste ha sido el principal llamado de la Unesco al presentar el reporte Tecnología en la educación: ¿Una herramienta en los términos de quién?

La agencia de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura realizó un estudio sobre las implicaciones positivas y negativas, en las aulas, de la inteligencia artificial (IA) y otros avances. En el informe, muestra los beneficios, retos y oportunidades de las nuevas tecnologías en la enseñanza.

Indica que “la tecnología se presenta como una inversión sólida, capaz de ahorrar trabajo e incluso de sustituir a los docentes”. Se habla mucho de su potencialidad en la educación, pero sobre los “innegables riesgos y perjuicios asociados a su aplicación” hay pocos estudios, dice la Unesco. “No todos los cambios representan avances”.

Por ello, recomienda que el personal docente reciba capacitación. Pero también pide acabar con la idea de que la IA reemplazará la guía pedagógica que ofrece un maestro o una maestra, al mismo tiempo que reconoce y advierte que los algoritmos están provocando cambios en la profesión docente.

Los impactos positivos

Comencemos con la parte positiva de la tecnología en la educación. Para ello no hay que ir muy lejos, pues en el confinamiento por la covid-19 ésta fue de gran ayuda. “El aprendizaje en línea impidió el colapso de la educación durante el cierre de las escuelas”.

Según el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA), en 2018 los profesores y profesoras del 65% de estudiantes de 15 años en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) tenían competencias técnicas y pedagógicas para integrar dispositivos digitales en la enseñanza. Ese porcentaje debió aumentar en la pandemia, dice el informe.

La inteligencia artificial puede ayudar a las maestras y maestros a evaluar algunas tareas, por ejemplo, detectando “plagios y otras trampas”. También les ayuda en la corrección y la preparación de clases, dice el reporte.

Además, el personal docente puede encontrar contenidos digitales para seguir capacitándose de manera formal o informal. Las tecnologías ayudan a crear comunidades y a conectarse con sus estudiantes. También ofrece “alternativas económicas y prácticas para comunicarse con los padres”.

En tanto, les permite elegir, modificar y generar materiales educativos. “Las plataformas en línea de colaboración entre docentes y estudiantes ofrecen acceso a servicios de asistencia, facilitan la creación de equipos de trabajo, posibilitan la participación en sesiones virtuales y fomentan el intercambio de materiales de aprendizaje”.

Los impactos negativos

Ahora hablemos del lado B. Las tareas repetitivas cada vez se automatizan más y son cada vez más los trabajos que requieren capacidades mentales de orden superior, eso va quedando claro.

De esta manera, “si la tutoría inteligente sustituye al menos ciertas tareas de la enseñanza”, por lo tanto, “la preparación y las prácticas de los docentes tendrán que cambiar en consecuencia”.

Sin embargo, tampoco es que el personal docente tenga acceso a la tecnología de forma masiva. En la pandemia de covid-19, dos de cada cinco docentes en 165 países “usaban sus propios dispositivos y casi un tercio de las escuelas tenían un solo dispositivo para uso educativo”.

“Una infraestructura digital inadecuada y la falta de dispositivos menoscaban”, evidentemente, su capacidad “para integrar la tecnología en su práctica”, señala la Unesco.

Pero aun si se cuenta con esos recursos, no todo está resuelto, pues falta solucionar la carencia de formación en el uso efectivo y con fines pedagógicos. “Los docentes suelen sentirse poco preparados y sin confianza para utilizar la tecnología en la enseñanza”, lo cual impacta su salud mental.

“Solamente la mitad de los países cuentan con normas sobre el desarrollo de competencias relacionadas con las TIC para los docentes” y México no está entre ellos.

Además, “aunque el 5% de los ataques de programas secuestradores van dirigidos al sector educativo, son pocos los programas de capacitación docente en los que se trata la ciberseguridad”.

Pero en este problema de capacitación también hay uno de edadismo. “Los de mayor edad pueden tener dificultades para adaptarse a la rapidez de los cambios en la tecnología”.

Según la encuesta internacional sobre profesores, enseñanza y aprendizaje (TALIS) de 2018, los docentes que se acercan a la tercera edad “contaban con competencias menos sólidas y una menor autoeficacia en el uso de las TIC”.

No está escrito en piedra

Pero, antes de llegar a un estado de ansiedad, el reporte de la Unesco dice que no hay una total seguridad de que la inteligencia artificial generativa (la que crea textos, imágenes u otros medios) desaparezca la profesión docente.

“El atractivo de aprender sólo con la ayuda de chatbots puede disiparse rápidamente. Aunque se perfeccionen, estas herramientas pueden ser enrevesadas y no generar mejoras”.

Esto no significa que no haya nada por hacer. La Unesco destaca que quienes se dedican a la docencia sí tienen que modificar su forma de enseñanza, “no para alcanzar los mismos niveles de aprendizaje” que promete la IA, “sino otros distintos que permitan desarrollar el potencial individual”.

La tecnología debe servir a las personas; en la educación, debe “satisfacer las necesidades de los estudiantes y docentes”, señala el reporte.

Y subraya que, dado que gran parte de esta tecnología no se ha diseñado con fines educativos, es preciso probar si con lo que se cuenta ahora se puede ofrecer una educación centrada en las personas, como lo hacen la mayoría de las maestras y los maestros.

“Se vende la idea que la tecnología es capaz de reducir el tiempo que estudiantes y docentes dedican a tareas insignificantes, tiempo que puede emplearse en otras actividades más significativas desde el punto de vista educativo”, pero hay poca evidencia de que esto sea beneficioso para el aprendizaje, advierte el organismo.

Otro de los hallazgos relevantes de la investigación es que “no existen muchas pruebas sólidas sobre el valor añadido de la tecnología digital en la educación”. La mayor parte de los estudios se han realizado en países más ricos y muchos los realizan las propias empresas que intentan vender la tecnología.

Por ejemplo, “Pearson financió sus propios estudios para refutar análisis independientes donde se demostraba que sus productos no tenían ninguna incidencia” en la educación.